El contexto actual de la pandemia ha traído consigo diversas incertidumbres económicas, políticas y sanitarias, y requerimientos muy específicos a la población, incluyendo el distanciamiento social y las cuarentenas. Desde esta perspectiva, la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo realizó un estudio sobre cómo estas condiciones han afectado la salud mental y el bienestar psicológico de los habitantes de la Región Metropolitana.

Se entrevistaron a 1.092 personas con edades entre los 18 y 82 años, para abordar la experiencia en confinamiento de la “homeostasis social”, proceso de adaptación para lograr un balance en el sistema no solo fisiológico sino que también emocional y social.

El estudio generó cuatro perfiles de homeostasis social: el grupo de “equilibrados” (14% de la muestra), que no reportó altos niveles de aislamiento ni hacinamiento; “hacinados” (7%), que tiene más frecuencia de experimentar sentirse invadido o afectado en la pérdida de libertad, pero con menor nivel de aislamiento psicológico; “aislados” (26%), que experimenta mayor sensación de desconexión social junto con un “bajo nivel de hacinamiento subjetivo”; y el de “agobiados” (52%), que se siente tanto aislado como hacinado.

Según el análisis, un 11% del grupo “aislados” estaba realizando la cuarentena sin compañía de otros —objetivamente solos—, “demostrando que la experiencia subjetiva de aislamiento transita por una vía paralela a la presencia objetiva de otros”.

En la misma línea, el número de “agobiados” y de “hacinados” aumenta a medida que crece la cantidad de personas por vivienda.

En cuanto a los indicadores de malestar psicológico como tristeza, ansiedad, incertidumbre y estrés, el grupo de “agobiados” es el más crítico, pues presenta por sobre 60% en cada uno, seguido de los “aislados”, que llegan a 58% en incertidumbre.

«El principal resultado de esta investigación tiene que ver con la experiencia de agobio que caracteriza a los sentimientos que los santiaguinos hemos vivido durante la cuarentena. Agobio que se compone de dos elementos: aislamiento, que es el sentimiento o la experiencia de no poder conectarse con las personas que uno quisiera; y hacinamiento, es decir, sentirse invadido por otras personas con las cuales yo en ese momento, por diversas razones, no quisiera conectarme», explicó el psicólogo Jaime Silva, uno de los investigadores del estudio.

Los académicos e investigadores del estudio -Silva, Eugenio Guzmán y Anastassia Vivanco-, plantean que, si bien las consecuencias de la pandemia como el aislamiento, hacinamiento, incertidumbres económicas y sanitarias pueden parecer muy evidentes, la experiencia subjetiva y sus consecuencias a largo plazo no lo son.

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