Alumni UDD crea gimnasios sustentables
Marzo de 2020, muchos jóvenes que estaban en busca de su primera experiencia laboral, debido a la pandemia, tuvieron que encerrarse en sus casas y preguntarse “¿Qué es lo que voy a hacer?”. Eso fue lo que le ocurrió a Sergio de la Maza, alumni de Ingeniería Comercial de la Universidad del Desarrollo, que se mudó de Santiago a la comuna de Victoria, Región de la Araucanía, para trabajar junto a su padre en el campo familiar, debido a la escasés de ofertas de trabajo que había en ese momento.
En ese entonces, Sergio tenía 25 años y sentía que debía tener su propio negocio. Al mismo tiempo, estaba enfocado en crear su propio equipamiento fitness, ya que el mundo fitness es una de sus pasiones y en Victoria no tenía un gimnasio cerca, a lo que se le suma que todo estaba cerrado por la pandemia. Fue ahí cuando, luego de ver un video por Internet, se decidió, recolectó madera y construyó sus propias pesas hechas 100% de madera que venía de troncos de roble que estaban botados dentro del campo de su familia.
“Se me ocurrió publicar una pesa hecha por mi en Instagram, para ver si se vendía, y me la compraron rápidamente”, comentó. Ese fue el “empujón” que necesitaba para crear Oaklift, empresa que vende artículos fitness hechos con troncos de árboles caídos. “Es madera nativa por lo que tiene una duración más larga y es más reciente. La gracia es que no se está destruyendo nada, por lo tanto, es más ecológico”, agregó el alumni.
Pese a que el ingeniero comercial estima que el proceso total de elaboración es algo simple, sí tarda su tiempo, ya que él mismo se encarga de buscar los troncos, luego sacar con una motosierra la madera que utilizará y esperar a que ésta se seque, proceso que puede durar hasta dos años dependiendo del nivel de humedad que tenga la madera. Posteriormente, llega el momento de trabajarla y construir lo que se requiere. “Si quiero hacer un rack para sentadillas, tengo que agarrar dos postes y empiezo el trabajo. Para hacer mancuerdas, tengo que cortar madera en círculos y hacer los discos”, explicó.
Según el mismo relato, su emprendimiento comenzó a crecer rápido gracias al boca a boca y a las publicaciones que compartían sus amigos en Instagram, a lo que le sumó el hecho que la gente que estaba encerrada en su casa quería tener su propio gimnasio. Las ventas se dispararon en pandemia, pero, con la apertura de los gimnasios y lugares para hacer ejercicios, las cosas comenzaron a cambiar. “La gente estaba volviendo a los gimnasios, por lo que me tuve que mover para que los gimnasios más pequeños compraran mis productos. Después de tanto insistir a través de mensajes por redes sociales, logré ponerme en contacto con una persona que instalaba gimnasios en las playas, y fue así como logré poner mis productos en Maitencillo y Arica”, manifestó el joven empresario, adelantando que su próxima meta es equipar las plazas de distintas comunas del país, incluso ya tiene conversaciones avanzadas con las municipalidades de Puchuncaví, Zapallar y Victoria.
Una de las cosas que el ingeniero comercial agradece de su paso por la Universidad del Desarrollo es el haber recibido las herramientas para ser un emprendedor, destacando que “fue un pilar fundamental” junto a la motivación y el amor que siente por el campo y el mundo fitness, aclarando que la mezcla de todo eso hizo que las cosas salieran bien durante la pandemia.