Vicky tiene 10 años y está feliz. Más pretensiosa e interesada por aumentar su actividad física que antes, porque no siempre fue así. Hace algunos meses, tenía obesidad, lo que sumado a un hemangioma facial (mancha rojiza en la cara), le causaba inseguridad y baja autoestima. Sin embargo, gracias al programa “Vive Sano”, la vida le cambió.

Esto, luego de que el colegio de Vicky (Unión Nacional Árabe) fuera uno de los escogidos para ser parte de la iniciativa que emprendió —hace ya cuatro años— la Escuela de Nutrición y Dietética, de la Universidad del Desarrollo, y la Fundación Banmédica, que busca prevenir y reducir los niveles de sobrepeso y obesidad en los estudiantes de kínder a tercero básico.

Cuando comenzó el programa, de los 2.500 niños intervenidos en las comunas de Santiago, Estación Central y Peñalolén, 776 presentaban índices de obesidad y 706 tenían sobrepeso. Actualmente, casi el 60% ha evolucionado positivamente.

María Cristina Arancibia, nutricionista a cargo del programa “Vive Sano” en el colegio de Vicky, señala que se han hecho grandes avances. “No hay que olvidar que éste es un tema muy complejo que requiere cambios profundos en el hogar y de compromisos a largo plazo de la familia”, explica la profesional.

La mamá de Vicky es la más contenta. Luisa Chirino es asesora del hogar y trabaja todo el día. Por eso —hasta hace poco— el pan, la mantequilla y las cecinas eran habituales en la dieta familiar.

Hoy, con las indicaciones del programa “Vive Sano” y su modelo de intervención familiar, logró transformar la obesidad de su hija en sobrepeso y estar muy cerca de llegar a su peso normal. “Vicky ahora me pide que le compre jeans y poleras más ajustadas. Está viviendo lo que le corresponde a su edad y para mí eso es un logro maravilloso”, dice.